lunes, 18 de noviembre de 2013

LO QUE NO DECIMOS NOS MATA.

¿Sabes a dónde van las palabras que no se han dicho?

¿A dónde va lo que quieres hacer y no haces?
¿A dónde va lo que quieres decir y no dices?
¿A dónde va lo que no te permites sentir?
Nos gustaría que lo que no decimos caiga en el olvido, pero lo que no decimos
se nos acumula en el cuerpo, nos llena el alma de gritos mudos.
Lo que no decimos se transforma en insomnio, en dolor de garganta.
Lo que no decimos se transforma en nostalgia, en destiempo.
Lo que no decimos se transforma en deber, en deuda, en asignatura pendiente.
Las palabras que no decimos se transforman en insatisfacción,
en tristeza, en frustración.

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